Por Wilson Ferreira / Ciudad del Este
"Él se estaba preparando para viajar el domingo (a Asunción donde reside con su familia)", comenta el comisario (también boina negra) José Almada, camarada del agente fallecido e instructor del Grupo Especial de Operaciones (GEO), quien aseguró que el viernes le toco vivir uno de los peores días en sus 27 años de carrera policial.
Almada relata que la bufanda estaba sobre el uniforme de Lovera, tendida sobre una silla en su despacho, junto a una foto de su esposa y sus hijas.
"Nos comentó sobre este regalo, que ahora lo encontramos acá al abrir la puerta de su despacho", señala al mencionar que se trata de una escena muy emotiva y dolorosa para toda la familia policial del Alto Paraná y en particular para las filas el GEO.
PREMONICIÓN. "Este regalo lo recibió creo que el miércoles de una de sus hijas, quien le dijo 'felicidades papá'. Antes de irse, el jueves de tarde, lo dejó ahí diciendo que a su vuelta iba a lucirlo este domingo, para compartir con sus hijas", relata.
"Me consta que antes de entrar en acción llamó a su esposa y a sus hijas, y de cada una se despidió expresando el gran amor que les tenía. A sus hijas les dijo que se cuiden, que obedezcan a la mamá y que el domingo (por hoy) iría para estar jugando con ellas como siempre. Quizás era una premonición, que es una capacidad innata e inconsciente que tenemos los humanos de saber que nuestro fin se está acercando", señaló el uniformado.
DESPEDIDA. El uniformado Wilson Cantero, uno de los abatidos el viernes luego de recibir un disparo a la altura del estómago, lado derecho, minutos antes de perder la vida tomó su teléfono y se despidió de sus esposa y su madre, recuerda el comisario Almada, quien también estuvo el viernes en la Colonia Yvyrá Pytá, Curuguaty.
"El caso de Cantero fue también muy atípico y demuestra la bravura del comando", menciona, al relatar que al recibir un impacto mortal y al caer al suelo, tomó el celular y llamó a sus familiares.
"A su esposa le pidió que orara por él: 'rezá por mí, amor', le dijo en guaraní. Le señaló que estaba muy mal herido y que no iba a salvarse. Le pidió que cuidara de sus hijos (La mujer dará a luz en dos semanas). Cortó enseguida y la misma cosa hizo con su madre. No es fácil, todavía llovían los disparos, heridos aquí y allá, gritos de dolor y él reportándose con sus seres queridos, despidiéndose a 300 kilómetros de su casa y en cumplimiento de un mandamiento judicial", rememora entre lágrimas el oficial el triste suceso ocurrido el viernes, que enluta a la Policía.
0 Comentários:
Postar um comentário
Assinar Postar comentários [Atom]
<< Página inicial